viernes, 15 de abril de 2011

MUCHOS AÑOS DESPUÉS…II PARTE Y ULTIMA

Por Elios Edmundo Pérez/Agencia MANL

Todo iba bien. Heberto respondiendo ampliamente a las preguntas que le hacían Gabo y Bernardo, mientras yo, experto en la materia, accionaba el disparador de la cámara, intentado captar las mejores imágenes.

Y, entonces, sucedió. De pronto, como si se me hubiera revelado un gran secreto largamente guardado, me di cuenta de que me encontraba en presencia de uno de los personajes más enigmáticos del siglo XX: el hijo del telegrafista de Aracataca; el esposo de Mercedes; el amigo personal de Fidel Castro, de Pablo Neruda, Carlos fuentes y Julio Cortázar; el enemigo declarado de Pinochet: un escritor fuera de serie; precursor del realismo mágico latinoamericano; autor de una novela, publicada en 1967, que había marcado a toda una generación, de éste y del otro lado del planeta: una novela grandiosa, llena de magia y alegorías, y que, según él mismo decía, “sin saber por qué, se seguía vendiendo como salchichas”.

Me puse muy nervioso. Era demasiado para mí. En efecto, en aquel entonces, Gabriel García Márquez era tan popular como un futbolista, como un boxeador o un beisbolista, y su presencia en lugares públicos ocasionaba tumultos. Todo hijo de vecino, que se respetara a sí mismo, tenía que haber leído ya, alguno de sus libros. Los medios de comunicación, la prensa, el radio, la televisión, lo querían entrevistar; todo lo que decía era noticia. Los directores de cine, de todo el mundo, querían comprar los derechos de sus obras para hacer películas; los actores y actrices querían interpretar sus personajes; los nuevos escritores querían escribir como él, y todo el mundo quería leer sus libros. Y eso que llevaba varios años sin publicar.

Era demasiado privilegio para mí, un joven fotógrafo de 25 años, que en 1969 había leído, por primera vez, Cien Años de Soledad; un libro que, como a todos los jóvenes de mi generación, además de marcarnos, nos hizo voltear hacia nuestros pobres países, llenos de historias y leyendas, de tradiciones y costumbres; una espléndida novela que, veinte años después, este servidor, convertiría en un cuento infantil y se lo contaría mis hijos para que tuvieran una idea, poética y aproximada, de cómo se inició el mundo.

Y eso no fue todo. Terminada la entrevista, García Márquez me preguntó si podía tomar unas fotografías a los otros personajes que entrevistaría. Claro que acepté y, además del ingeniero Castillo, tuve el gusto de retratar a Theotonio Dos Santos, economista brasileño; a Pedro Vuskovic, ministro de economía en el gobierno de Salvador Allende, y a Valentín Campa, candidato del Partido Comunista Mexicano (PCM) a la presidencia de la República, en 1976.

La memoria es caprichosa. A veces, nos permite recordar cosas que ya creíamos olvidadas para siempre y, otras veces, nos hace olvidar cosas que siempre quisiéramos tener presentes. Tengo muy presente el día que llegué a entregar mis fotografías. Lo tengo muy presente porque, además de que me pagaron un buen dinero por ellas, me enteré de la verdadera razón por la que, dos años antes, sin motivo aparente, Mario Vargas Llosa propinó un puñetazo en pleno rostro a su hasta entonces amigo Gabo, y le dejó el ojo morado.

Por si esto fuera poco, fue la primera vez que escuché el relato de unos niños que, por las noches, dentro de su casa, navegaban en una canoa y, un día, amanecieron ahogados en un océano de luz. He leído muchas veces el cuento “La luz es como el agua”, que se publicó como 20 años después. Sin embargo, a mí, me gusta más, me suena más, tal y como lo escuché aquella noche en voz de su autor, pero esa… es otra historia, al igual que los comentarios que GGM me hizo, después ver mis fotografías.

Considero un buen momento hacer este relato por el homenaje que se rinde en Bellas Artes al entrañable Gabo; porque sigue vivo y fructífero y porque, hoy más que nunca, “Cuánto Heberto falta para tan maltratada nación”. Sí. Por la literatura, la congruencia y la libertad de expresión (y, si me lo permiten, por la fotografía).


eliosedmundo@hotmail.com

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